Un secuestro, una puerta que separa a secuestrador y víctima, a través de la cual desarrollan una historia obsesiva de asco, amor y dependencia. Es quizá mi puesta en escena más conceptual y plástica, teniendo en cuenta que soy un autor que, en teatro, no he experimentado demasiado con las posibilidades del lenguaje visual. Para todos los que queráis ir a verla, y para los que no, os dejo las primeras líneas del texto.
ACTO ÚNICO
Dos habitaciones separadas por una puerta con un
agujero en la base. En una habitación hay una NIÑA (19) y en la otra se
encuentra un HOMBRE (50). La niña está cabizbaja y abatida. Se pone en pie,
nerviosa y palpa las paredes con ansiedad. El hombre de la otra habitación
permanece impasible mientras se corta las uñas.
niña
¿Hola? ¡Hola! ¡Di algo!
El hombre hace caso omiso.
niña
¡Quiero salir de aquí! ¡Sácame de aquí!
hombre
(tranquilo) No puedo. Sabes que no puedo.
niña
Eres tú… háblame por favor no te calles. Hace frío. ¿Por qué
me haces esto… por qué me…?
El hombre ríe por lo bajo.
niña
¡Háblame joder! ¡Háblame de cualquier cosa o… voy a volverme loca!
hombre
Qué quieres.
niña
Tengo hambre.
hombre
Aquí solo tengo las sobras de mi comida.
niña
¡Dame las sobras! Dámelas por el hueco de la puerta.
El hombre coge un plato con las sobras. Va a
pasarlo por el hueco de la puerta. Se lo piensa mejor. Se detiene.
hombre
No. Qué tontería.
niña
Por favor… esto no puede ser… esto no puede estar sucedien…
hombre
Cállate puta. Estás donde tienes que estar. Y yo también…
La niña rompe a sollozar.
hombre
¡Ay cállate ya por Dios!
La niña hace un esfuerzo por controlarse. Sus
ojos se iluminan con un brillo perspicaz.
niña
Vale, me callo. Voy a hacer lo que tu quieras. Si quieres
jugamos ¿quieres eso?
hombre
Pues no. Jugar. Jugar a qué.
niña
A lo de ayer. Tú eres el director y me diriges, y yo me dejo dirigir.
Y hago lo que me digas. Como si estuviésemos… como cuando ensayábamos en el
estudio…
hombre
¿Otra vez? Dios, estoy tan cansado.
niña
¡Venga! Yo sé que a ti te encanta. ¿No te acuerdas cuando
ensayábamos para tu obra? ¿No me digas que no te acuerdas?
La habitación de la niña se queda a oscuras.
Solo vemos al hombre.
hombre
(al público) ¿Qué si me acuerdo? Cómo me voy a olvidar. Cómo
olvidar el día en que conocí a Muriel. Fue en aquel teatro. Ella hacía un papel
secundario en Sueño de una noche de verano. Me quedé fascinado. No es que la
niña bordase el papel pero tenía algo en su postura, en su forma de estar y
sobre todo en la expresión de su cara. Sí. Quedé loco con su cara. Aquella
noche no pude pegar ojo, ni a la siguiente. Su cara aparecía una y otra vez
cuando cerraba los ojos. Ustedes pensarán que soy un monstruo. Y es verdad. Sé
que soy responsable de todo esto pero… ¿qué iba a hacer? Al día siguiente localicé
a la niña y le ofrecí un papel en mi nueva obra, que tenía programada para el
verano. En principio el papel le venía al pelo. Una chica dulce y desvalida,
una muchacha normal que acaba suicidándose. Ella aceptó de inmediato.
Comenzamos a ensayar y entonces…
niña
(desde la oscuridad) ¿Estás ahí? ¿Qué dices? ¡Háblame!
hombre
Fue curioso. (ríe) Muriel se reveló en los ensayos como una
actriz pésima. Yo no entendía nada. Era capaz de defender un personaje de
Shakespeare con cierta dignidad y luego, por alguna razón, parecía incapaz de
interpretarse a sí misma.
niña
¿Hola? ¿Estás?
hombre
Le prometí su primer protagonista en una gran obra y luego la
despedí. Sé que le rompí el corazón, pero tuve más remedio. Apartarla de la
obra no hizo que desapareciese de mi cabeza, ni mucho menos.
La mirada del hombre se pierde en el infinito.
hombre
Llevo tanto tiempo aquí… que ya casi no me acuerdo ni cuando
empezó todo. Quiero acabar con esto… pero ya no sé cómo.
niña
(sollozando) ¿Me oyes? ¿Estás ahí?
hombre
A veces creo que en realidad me he vuelto loco. Eso es. Que
estoy solo en este sótano, y la voz de Muriel suena dentro de mi cabeza, suena,
suena...